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miércoles, 14 de julio de 2010

Cáscara



Hubo un tiempo en que el niño en mi interior guiaba mis pasos, en que el mínimo roce de cariño erizaba todo vello en mi cuerpo y que el mínimo gesto de aprobación me alentaba a seguir adelante.

Hubo un imperceptible segundo en que aquello se derrumbó, que la oscuridad se tragó todo, y todas mis ideas, pensamientos, sentimientos, es decir, mi yo, se alojaba en el frío culo de aquellos vasos, en los que me ahogaba, en aquel pozo sin fondo en el que el cieno me atrapaba.

Hoy empiezo a ver la luz de nuevo, aquellas sonrisas perennes vuelven a mi rostro, y una fuerte soga ha caido hasta el fondo para ayudarme a salir, tras un bienio han tirado de mí, y ahora, que la luz vuelve a iluminarme, se que todo es gracias a la guía que la vida ha puesto a mi disposición.

Gracias por devolverme a la vida.

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