Y entonces el cordón rojo tiró fuerte de mí, llegando disfrazado de casualidad, una casualidad que, casi con certeza, estaba escrita en algún sitio, en un gran libro con el lomo rotulado como "destino".
¿Luchar? Siempre, no habrá ejército que me derrote, pues con la simple voluntad de seguir la certeza que se me ha planteado, se que merece la pena luchar, y mi mano no temblará al hacer ningún movimiento, ya que no será en falso.
Siempre he actuado acorde a los dictados de mi corazón, y esta vez no va a ser diferente.
Si tu, yo
Si yo, tu
Contigo todo
Te entrego las llaves de mi alma...
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