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sábado, 20 de octubre de 2012

Esperanza

 

Cueda dorada, que tira de mí, que me ata y proteje de mi lado oscuro y me mantiene a flote en este mar oscuro, solitario, olvidado, sin señal de civilización, ni comprensión de personas ni sentimientos, cuyo agua no es normal, es un fango denso que cada día me atrapa más y más.


Espiral de la monotonía, en la que me hayo inmerso, cuyos giros me marean, pero en parte me reconfortan, me acunan.

Otro jueves más, la espera continúa y continuará por siempre, en esta dársena a la que el barco que partió debe regresar algún día, por ello vivo, por ello siento, por ello respiro y por ello continúo.

Un día u otro tendré que enfrentarme a mi realidad, pero de momento prefiero mantenerme en standby, para que mi corazón reconstruido no vuelva a caer.

Llueve, parece que la madre Gaia ha conectado con mi corazón.


Mis quimeras me han llevado de nuevo a esta situación, me he dejado guiar de nuevo por mi oscuro pasajero, error y penitencia, así es mi vida, pero no es la misma reacción.

Y aquí me hallo, mis manos encharcadas de ocultar mis ojos llorosos, mi alma empapada de dolor, pero aún aqui, con mi espíritu atado con un largo cordón dorado.

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